lunes, 2 de febrero de 2015

Pareja dispareja



Somos dos personas completamente desemejantes. Ella tiene cara de que no mata ni una mosca, pero a veces desea, con muchas ansias, ahorcarme y desaparecerme. No me aguanta, y yo a ella menos. No soporta al cincuenta por ciento de mis amigos, y yo al noventa de las suyas. Cuando ella dice crema yo digo azul marino. Le gusta el número 1 y a mí el 5. A mí me gusta bailar salsa, y ella baila el huayno como la mejor de las serranas. Duerme boca abajo y yo boca arriba; y de igual forma cuando no tenemos sueño. Muchas veces ella es seria hasta cuando alguien cuenta un chiste, y yo me cago de risa hasta cuando veo un muerto. Habla algo de inglés y mucho castellano, yo hablo castellano y un montón de cochinadas. Le gusta el baloncesto pero no es mi hincha, yo soy su hincha aunque no juegue ni con su pichi. Ella es adicta a mi sudado, y yo a su papa a la huancaína. Yo mido 1.86 y ella 1.59, y no sé por qué pero seguimos juntos.
“Hasta que la muerte los separe”, dijo el curita, y como cojudos le seguimos haciendo caso. Somos temerosos de lo que nos hace diferentes; y a veces pienso que hemos sido encantados con algún menjunje de brujo chacrero. A lo mejor, como dirían los árabes: estaba escrito; o lo escribí yo en alguna vida pasada. No lo sé, nunca lo sabremos. Pero así avanzamos, como una embarcación que se acostumbra a navegar entre marejadas y aguas sosegadas.

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