viernes, 20 de febrero de 2015

La Música de ayer y de hoy



La idea de escuchar música es, para muchas personas en común, una manera de relajarse; para otras, mucho más sensibles, buscar experiencias estéticas y dejar brotar sentimientos que pueda ayudar a reconfortarlos. Lo cierto es que la música es capaz de hacernos vibrar. Claro, hablo de la buena música, de la buena letra, en mi caso la que aprendí de mis viejos, los domingos, cuando nos despertaban para sentarnos a la mesa a degustar el desayuno lleno de chicharrones de calamares en su tinta, o meros negros al jugo, escuchando a los iracundos, a José José, a Nino Bravo, al chato Manzanero (por nombrar algunos de los mejores); o al medio día, acompañados del mejor de los ceviches de cabrillón preparado por mi madre. Qué placer tan añorado. Lo tengo en mi mente a pesar de los años: Mi vieja caminando con su enagua, sexi, mostrándole sus buenas yucas a mi viejo y luciéndose con sus platos de pescados; eso sí, de pura calidad, de los que sólo disfrutábamos los hijos de los buenos pescadores, caminando despacio hacia la mesa, y nosotros con cara de estúpidos esperando sus potajes, y la poesía de Chabuca Limeña o el maestro Juan Mosto y toda esa magia que llevaba por dentro, saliendo del viejo toca discos que mi viejo limpiaba como si fueran sus zapatos del colegio (con escupidita de por medio)
Hoy podemos llamar, al igual que la Tv basura, “la música basura”; esa que no lleva letra, que no llega al corazón sino a las hormonas; bien podía ser tema de una buena marcha en contra, pues ya no se escucha amor y sabiduría, ni se puede danzar armoniosamente al lado de una dama mientras se disfruta de unas buenas coplas; todo lo contrario, el sexo y la ignorancia se ha apoderado de los sentimientos de nuestros hijos. Pura masturbación a la hora de bailar. Se está prostituyendo el arte. Sí, ya sé “cambiemos de emisora y asunto arreglado”
Por eso pienso que, nosotros los “viejos”, como nos llaman nuestros herederos, solemos ser más sensibles y coherentes en la vida; aunque para nuestros hijos: simplones y antiguos.
Yo creo que los chicos de mi generación “Somos” lo que hemos escuchado en nuestra niñez y adolescencia, como Jorge Luis Borges, cuando decía que él era lo que había leído y no lo que había escrito.

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