martes, 7 de octubre de 2014

Resultados inconformes







Han pasado más de 48 horas de los resultados y, a juzgar por infinitos comentarios en radios locales y decenas de expresiones en las redes sociales, el paiteño no termina de salir de su asombro. Le es difícil asimilar el resultado de este último domingo. Se ha dedicado a insultar al ganador con frases de racismo y/o discriminación, como si un Peruano nacido en pueblo nuevo de Colán fuera menos paiteño que otra persona nacida en otro punto de la misma provincia. Es curioso que después de estos resultados no encuentre, por ningún lado, una crítica de porqué los paiteños hemos terminado eligiendo a un hombre de distrito; o más bien de anexo de distrito para que nos gobierne. Es simple: porque no le damos valor a nuestra identidad, nunca nos hemos querido más allá de gritar a los cuatro vientos que Grau es Paiteño, sin siquiera saber el nombre de su padre (si fue Peruano o Colombiano) y de su madre (si fue o no su verdadera madre) “Grau es paiteño y punto, a la mierda, con eso le gano al mundo”. Esto va más allá, señores. Hagan un mea culpa y pregúntense por qué los que nos han gobernado estos últimos años son Sullaneros, Trujillanos, o de cualquier parte del paìs menos de la bahía. ¿Se los respondo? ¿Hace falta decirles que en este puerto reina la desunión? Siéntanse, analícense, y aprendan, sobretodo eso: “aprendamos” de ese mensaje de hermandad que nos han dado los pueblonovinos y que ha llevado a uno de sus hijos al sillón principal de este prestigioso puerto; un triunfo que pretenden mantener para siempre. Ya se dieron cuenta que somos débiles; que nos llega altamente lo que pase en nuestras narices; pero cuando vemos todo consumado, es entonces cuando sacamos nuestra bravura que nos hace brotar lo más atroz que tenemos los seres humanos para responder a su triunfo: la mezquindad. Hay que aceptar que somos menos unidos y bastante egoístas. Lo que no son ellos, la gente del campo.


miércoles, 20 de agosto de 2014

Un regalo original



Martín, mi sobrino político, me pregunta qué sería bueno para regalarle a su novia. Yo le digo que un ramo de rosas, y que las arranque del jardín del vecino para que le salga barato; en realidad no sé qué tipo o color de rosas son las que se les regale a las novias, yo nunca regalé una, pues, eso siempre me ha parecido medio chapado a la antigua, por eso le digo que le regale algo que le sirva, algo para su realidad. Yo pienso que las rosas son para los platudos que tienen tiempo y ganas para el romanticismo; sino imagínense alguien que no tenga para la presa del día, y el marido llegue con un enorme ramo de rosas a decirle que la ama con todo el alma. “Fuera cojudo, mejor una docena de huevos para engañar a las ollas”.
¿Qué le regalabas a mi tía?, me dice. Casi nada, Martín, le digo, pero recuerdo que una vez le regalé un mero de más de quince kilos. ¿Un mero? No seas malo, tío, me dice. En serio, le digo, era enorme y negro: el mejor de los murique, y ella se lo llevó a su casa con la felicidad reflejada en su sonrisa, como si le hubiera dado la mas cara de las joyas. ¿Y de dónde saco un mero?, me pregunta. No seas huevón, le digo, eso era en mis tiempos, además, ese mero era para mi madre, que mi padre, que era el capitán, se lo había mandado para que fuera preparando una escabechada familiar, pero como yo necesitaba demostrar amor e ir calentando sus carnes se lo robé y se lo di a tu tía como muestra que la cosa iba en serio y que se preparara que después volvía por el vuelto; ahora es diferente, te costaría un ojo de la cara y hablando literalmente, mejor chapa tus rosas y hazte el romántico. Martín se queda pensando y mirando el jardín del vecino. Yo pienso: cómo sería en estos tiempos de escasez regalar algo que salga del mar. Ya me imagino si fuera marinero de pesca de esta época: con mi pota en el hombro entregándosela a mi novia, y ella caminando hacia su casa mismo estibador; con su “rosa marina” al hombro, embarrándose el culo con la tinta azulina, pero feliz de haber recibido un regalo de su amado, de su realidad.

martes, 17 de junio de 2014

¿VICIO?


El mundo está lleno de vicios, me dijo un amigo mientras miraba a una persona caminando frente a nosotros con la notoria imagen de ser consumidor de estupefacientes. Él se refería a los malos vicios, pero yo le dije que también existen los buenos: El amor a tu pareja, el ímpetu a tu trabajo. Y él me dijo que eso no existía, que sinónimos de vicio son las drogas y todo tipo de perdiciones (cosa que no estoy de acuerdo) Para mí hay otros tipos de vicio, por ejemplo yo soy adicto a jugar básquet y a mi mujer, y hace poco a escribir cojudeces, pero el peor vicio que tengo es andar jodiendo a la gente. A veces por joder hago que se amarguen, pero casi siempre necesito arrancarles una sonrisa, y cuando no puedo con una persona enseguida busco a otra. Alguien tiene que reírse porque de lo contrario siento mucha angustia, me deprimo, caigo en mal humor y mi cara se alarga (¿Más?) y entonces ya no tengo ganas de bañarme, y si no me baño me da insomnio y empiezo a joder a mi esposa, y joderla en la madrugada es como ganarse una discusión con la tía Chuchi o con la tía Lucía; o sea, interminables. Pero como soy adicto, necesito joderla, sacarla de sus casillas hasta que entienda que mi adicción solo se cura con su aceptación. También hay otro tipo de adicciones: Las de querer entornillarse “en el poder”. Eso sí que no lo entiendo, más que vicio lo coloco en la lista de síntomas de locura, porque hay que estar loco para postular toda tu vida al sillón municipal, y más cuando después de haberlo logrado intentan reelegirse cuando en su conciencia creen que han puesto lo mejor de ellos. Cuando algunas personas entiendan que los buenos alcaldes se convierten en "inmortales" porque sus obras y las buenas acciones que hicieron en su comunidad quedan como causa de entusiasmo de las nuevas generaciones, entonces entenderán que la inmediata reelección no es buena opción para su imagen. Un buen gobierno municipal es suficiente para demostrar capacidad, liderazgo y mantenerse como figura requerida. Pero no, se dejan caer en el vicio del poder (El peor de todos), sin darse cuenta que pierden respeto y popularidad. Hay que ser estúpido para perder esa popularidad ascendente que te puede servir para una nueva postulación después de un descanso. Les cuesta darse cuenta de eso, se embrutecen. Quedan como singulares idiotas pasando, de dignos gobernantes a asustadizos candidatos, permitiendo que sus contrincantes se aprovechen de sus errores para magnificarlos en su contra.
Los profesionales nos dicen que los vicios atrapan a las personas, les impiden ser libres y les generan problemas con su entorno, o sea, “gente enferma” Yo siempre me pregunto hasta dónde es capaz el hombre para mantenerse en el poder. Qué es lo que produce que un simple mortal se sienta salvador de su pueblo. Qué se siente postular a un cargo dónde más de la mitad de tus vecinos terminan odiándote después de haber hecho todo lo que tuviste a tu alcance para que les fuera mejor (Si es que lo hiciste) Y por último por qué nosotros los electores tenemos que elegir a personas que están enfermas de vicio de poder. Qué vicio el de nosotros.



viernes, 13 de junio de 2014



Un campeonato mundial de futbol más en mi vida. No sé si alguien sienta algo por la llegada del mundial que no sea otra cosa que estar dentro de esa corriente comercial a donde nos llevan las televisoras. En mi caso es una mezcla de entusiasmo y nostalgia. Entusiasmo porque he vivido casi toda mi vida inmerso en el deporte, y de alguna manera cada vez que absorbo esas sensaciones que sólo me pueden dar las competencias regreso a esos tiempos de dicha y también de frustraciones que he vivido mientras crecía como deportista. Y nostalgia porque de alguna manera se recuerdan años que no volverán y que quisiéramos sacar como sea de nuestras memoria, como el mundial del 78, pero no los partidos, sino los gritos que se daban en mi casa mirando en blanco y negro a nuestra selección, pues yo tenía 7 años y más que alguna jugada de Kempes o de Cubillas, se me vienen a la mente imágenes de cómo se movía la antena para que no fallara la recepción en el enorme televisor a tubos. En esa época (dichosos nuestros padres) se podía gritar con alma corazón y vida, sintiendo los latidos de sus corazones con sabor a comida criolla y colores que no fueran otros que el rojo y blanco de nuestra bandera. Hoy muchos somos Alemanes y otros Argentinos. También hay los Españoles, y no es porque quieran homenajear a nuestros conquistadores sino que la moda es ser del Barcelona o del Madrid. No faltan los Italianos, por herencia y otros por alucinados. Pero casi nadie quiere ser Chileno ni ecuatoriano, al parecer ni los mundiales nos hacen olvidar las desastrosas guerras. Yo he decidido convertirme en Brasileño, y no es que sepa bailar la samba ni que quiera levantarme una garotiña. Bueno, si lo segundo fuera posible me la levantaría, pero como este texto no tiene nada de pornográfico mejor lo dejo así. Pero el que recuerdo con mayor emoción es el de España 82, ya tenía 11 años, pero tampoco me sentaba a ver los partidos sino a esperar que volvieran a mandar a comprar cervezas para agarrarme los vueltos; en la casa de mi abuelo, en la punta, cuando las jugadas de Cubillas ya se podían ver a colores. Las pocas jugadas digo, porque el negro ya estaba viejo y sólo entraba en el segundo tiempo. En ese año yo ya no quería ser como él porque ahora me alucinaba Uribe; y nunca Oblitas, porque siempre le he visto cara de mariconcito, y además,  era ciego, y eso era como tener competencia. Hoy la cosa ha cambiado, y bastante, porque ya no podemos mirar las competencias sintiendo que el alma se nos sale por la boca de la emoción, tampoco nos reuniremos en familia a gritar las jugadas con nuestros hijos. Admítanlo, eso no pasa cuando nuestro equipo no participa. Sólo nos queda adoptar una selección, o que alguna de ellas nos adopte con sus jugadas. Ya lo dije, seré Brasilero por un mes, cambiaré la marinera por la samba, y esperaré que Neymar triunfe, pero eso sí, ya han pasado muchos años como para querer ser como él

miércoles, 11 de junio de 2014

Una historia cruel



Esta pequeña historia es cruel. Fue cruel. Existió y yo soy testigo de eso. Si alguien conoce a Jamberto se la cuenta: El ciego desenterrando el fiambre de Jamberto que había escondido en la arena, al costado de un arbusto que decidió crecer en la orilla de Colán. Todos los demás sacábamos el nuestro para degustarlo alrededor de la fogata. Estábamos con hambre porque la caminata había sido de más de cuatro horas, a paso ligero, como decía el jefe de tropa del 274. Pero Jamberto seguía buscando el suyo: en cada esquina de cada carpa, en cada mochila, en cada centímetro del campamento. Pero ni de suerte lo encontraría porque el ciego le había cambiado el taper por el suyo que ya se lo había comido en la caminata, y lo había enterrado lejos. Y se cansó, y se sentó, y miraba al horizonte, hacia las figuras que forma el cielo cuando parece estar cerca del mar. Cansado y hambriento. Y a pocos centímetros de él, el ciego disfrutando de su comida: Una carne con plátanos fritos acompañados con arrocito graneado. Yo sabía todo pero no me atrevía a denunciarlo porque el ciego era alto y a mí me daba algo de miedo enfrentarlo, además, si lo denunciaba pasaría por la oficina del cura, y eso era algo así como una corte marcial para cualquier boy scouts malcriado. Pero de tanto mirarlo creo que sintió algo de remordimiento. Y digo algo porque no le devolvió la comida sino que dejó que probara con la cuchara. Jamberto le agradeció. Amigos como tú hay pocos en el mundo, le dijo, y qué rico que cocina tu mami, ciego. Y fue entonces que el ciego sintió algo dentro de su corazón porque por algunos segundos quedó pensando en lo mal que se había comportado robándole el fiambre a su compañero. Se sentía mal, no podía con ese peso de su conciencia, tenía que hacer algo para no sentirse desgraciado, algo que le quitara ese sentimiento de adolescente malvado y le devolviera la inocencia de ser un palomilla cualquiera. Entonces actuó: Lo llamó y le ofreció otra cucharadita.

lunes, 9 de junio de 2014

Un baile. Una fotògrafa



Yo no soy de bailar mucho, menos de invitar a alguien a disfrutar de una pieza musical, tienen que invitarme casi obligándome, claro mi esposa porque no creo que haya otra loca que desee menear su cintura al lado de la mía, y menos en la primera pieza cuando todos quieren seguir bien planchaditos dentro de sus trajes bonitos.
Cuando bailo tengo que tener algunos tragos encima, digo algunos porque si tengo más que algunos me descontrolo y suelo alucinarme como Travolta en “Saturday Night Fever”, y eso, para los que no me han visto, no es baile sino un horrible espectáculo tratar de imitarlo. Pero tengo claro – Y esto lo digo con bastante satisfacción – que he sido bendecido para bailar más de quince veces la primera pieza (Si hacen su cuenta: las promociones de inicial, primaria, secundaria, matrimonios y quinceañeros)
En estos casos es casi imposible evadirlo, y tampoco quiero hacerlo. Son esos los momentos en que me acicalo todo el día para estar más o menos a la altura de las guapas de mi casa. Ellas me obligan a ponerme regio. Hasta donde se pueda, papi, me dicen. Vamos a ver qué se puede hacer, hijas, les digo, y les hago caso e intento ponerme lo más bonito que pueda para que no se les malogre la foto del recuerdo. Eso, por si no lo saben, en mi caso es más difícil que ganarse la tinka.
Y esa foto del recuerdo es tomada por un camarógrafo profesional, pero como esos pendejos cobran como si te dibujaran, sólo les decimos que hagan una toma, y es mi mujer la que saca todas las que pueda con nuestra cámara particular. Al comienzo la pobre mujer sufría mucho haciéndolo y yo feliz posando para ella, pero al rato ya me daba mucha pena que no sea ella la que se luciera en el baile; aunque les confieso: Esos son los momentos en que soy feliz siendo “chancletero” (Eso le pasa por no saber hacer hijos hombres) pero con el tiempo y la práctica ya no sufre mucho, ya le está agarrando cariño a su chamba, ya le está gustando ser mi fotógrafa personal. Se ha vuelto toda una experta en la fotografía mientras yo me voy especializando en bailar la primera pieza con mis hijas

viernes, 6 de junio de 2014

El paseo Tradicional




El sueño de ella – Y creo que casi de todas las novias – Es salir de su casa en un auto hermoso el día de la ceremonia. Yo le dije que podíamos tomar una moto para ahorrarnos esos billetes, ya bastantes habíamos gastado para la fiesta, pero claro, era sólo una idea estúpida de tantas que se me ocurren a diario, pues, salí ese mismo día por la mañana a buscar un auto más o menos decente; algo que pareciera singular y no repetitivo, un modelo que realzara la belleza de mi novia. Yo quería un modelo antiguo, que no se viera viejo; similar al que usaba Al capone en sus mejores tiempos. Había visto en Piura, cerca al mercado central, un  Cadillac Town Sedan, igualito, y de color verde (como en las fotos de los gánster) que me transportó a las viejas películas de los setenta cuando se metían harta bala con la policía de Chicago; esas que veía con mis hermanos en mi televisor a tubos, enorme, y con dos puertas que ocultaban su pantalla curva para cuando lo apagábamos. Pero no era buena idea subirme al TUPPSA y viajar en busca de antigüedades el mismo día de mi matri…, así que busqué por varios paraderos de colectivos a ver si encontraba alguna rareza. Lo primero que vi fue el carro de mi pata “Brocha”, pero ese carrito era más feíto que una lata de leche oxidada. Seguí caminando y lo más excéntrico que hallé fue el  Ford Mercury azul marino del tío Ibárburu esperando pasajeros a Piura, y entonces pensé cambiar a Al Capone por Starsky, el amigo íntimo de Hutch; pero sentía que no era lo mismo, le faltaba la línea blanca, y tampoco era de color rojo; además, el tío Ibárburu me hubiera mandado a la mierda con las treinta lucas que cargaba en mi bolsillo para el arreglo. No me quedó otra que contratar un station wagon que formaba su cola para subir con pasajeros al tablazo. Escogí el último de la fila, suelen ser los más baratos. Pero primero, ni cojudo, le di una vuelta entera para ver si se veía bonito y no hiciera pasar vergüenza a mi futura esposa. Arreglamos. Y, después de la ceremonia, cuando salíamos de la iglesia con las bendiciones respectivas del curita Jorge de Dios, (quien, en el momento de los votos se cagó de risa cuando en lugar de “acepto”, escuchó que le dije a mi novia “sí juro”), debo confesar que me impresionó el carrito. Estaba diferente, bastante embellecido, con arreglos florales para que todos los sapos voltearan a mirar a los recién casados. Yo me subí con mi “esposa de estreno” para darnos las vueltas tradicionales por el malecón Jorge Chávez, que después se llamó malecón de la marina, y que ahora le llaman Malecón Grau, pero que posiblemente en unos años sea llamado como la mujer del alcalde de turno; y adelante, al costado del chofer que tenía cara de querer cobrarnos la carrera, se sentaron los dos churres que llevaron nuestros aros: Eran mis sobrinos mayores y desde esos tiempos ya eran un par de hijos de su madre que jodieron todo el tiempo que duró el paseo tradicional. Siempre me pregunto por qué los aros tienen que llevarlos los churres si han costado tan caros “En el bolsillo estarían más seguros”. La niña llorando para que la llevaran a ver a su madre, que la extrañaba mucho, decía, y el churre jodiendo que quería meterse un cague con urgencia, que ya mismo se le salía, decía. Pero no les hicimos caso, y minutos después no les quedó otra que reírse de ellos mismos. Ella le jalaba la corbata y él le ajaba el vestido. Mi mujer se reía de los churres laberintosos “Ojalá mis hijos sean normales” parecía decirse; y el chofer los miraba con cara de querer ahorcarlos;  pero yo más que otra cosa, deseaba estar en el carro de Al capone, y por unas décimas de segundos hasta busqué una ametralladora para ahuecarlos por antipáticos.

Después de varias vueltas por las dos únicas calles de Paita, y de esconderme para no decepcionar a un par de “tramposas” que no sabían que me había casado, llegamos al local donde la familia y la “tubería” sedienta esperaban el arribo de los novios. Bajamos. Los niños corrieron a abrazar a sus madres, y el chofer aceleró como gánster que huye de la policía. Yo le ofrecí mi brazo izquierdo a mi flamante esposa. Ella me apretó con fuerza y me regaló una sonrisa esperanzadora. Ya muchos años después entendí que esa fuerza con la que me sujetó, ese siete de Junio del noventaisiete, significaba que no iba a ser fácil pensar en una posible separación.

martes, 20 de mayo de 2014

Tù tienes el control







Pareciera que los reportajes donde se ven a periodistas preguntando a las personas en las calles, y en las universidades, sobre personajes Peruanos y temas de actualidad, y en el cual, escuchamos desastrosas respuestas por parte de los entrevistados, se ha hecho "fenòmeno viral" por parte de los profesionales de la comunicaciòn.
Ya son muchos de estos reportajes; y es desastroso escuchar la mayorìa de las respuestas (donde se sabe màs de faràndula que de conocimientos acadèmicos) que, no solo es otra cosa que nuestra triste realidad (como la famosa prueba pisa ha demostrado)
Pero...-Y esto me lo pregunto yo - ¿No son ellos acaso que llenan, a estos mismos entrevistados, de faràndula y programas basura adictiva en sus emisoras? ¿No son ellos que, por amor al "bendito" rating, nos invaden con programaciones que no ayudan al caso?
Bueno, como me dijo una tìa mìa: Tù tienes el control...
Digo, ¿no?

sábado, 17 de mayo de 2014

¿Me gusta o no me gusta?

Seleccionar la manito con el pulgar levantado no necesariamente – pienso yo – quiere decir que te gusta la publicación de tu amigo. Hay varias maneras de descifrar ese “me gusta”. Puede ser que realmente concuerdes con la misma idea, no necesariamente con todo, pero como no hay otra manera de hacérselo saber, muchos la seleccionan y así se evitan algún comentario que les podría tomar mucho tiempo pensar lo que quieren comentar. También existe el “me gusta” adulón, (ese es el que menos me gusta) se lo ponen a la gente de éxito; o bonita, que muchas veces es lo mismo, ese que lo único que muestra es “Oye soy tu pata por si acaso”, aún cuando lo que se postea son puras huachafadas (como colocar una carita triste, o hacerse un selfie todo adefesiero). Siempre me he preguntado por qué poner me gusta en la carita triste, ¿Es que en verdad le gusta que la persona esté triste o deprimido, o apunto de ahorcarse?. En estos tiempos abundan los “me gusta” que buscan intereses particulares, y van en los post de los candidatos al sillón municipal. Estos últimos van cargados de ese mensajito subliminal: “Oe, una chambita, pe”. Si todos los me gusta de todas las publicaciones de todos los post habidos y por haber de las páginas de internet fueran acompañadas de un ¿por qué?, ¿Cuántos “me gusta” contáramos en nuestros estados? De hecho bajarían, y eso es algo que no nos conviene porque si vamos a colocar alguna idea o pendejada en estas páginas siempre queremos que alguien, sino todos, seleccionen la manito para estar más o menos satisfechos de que hemos sido escuchados. Yo sólo creo en uno de ellos y es muy sincero: El “me gusta” en las fotos de las calatas y los calatos; nunca fallan porque no hay normal en la web que no les guste la calatería ¿No?
Al final que levante la mano o ponga me gusta si es que alguna vez no colocó “me gusta” cuando en realidad no le gustaba.

jueves, 15 de mayo de 2014

Cuando estoy en Piura nunca deseo dejar esa ciudad. Me enamora cada vez que la visito, cosa que no me pasaba en mi juventud; y cuando me hallo en mi casa de Paita, en familia y oliendo sus aromas de playa, me sucede lo mismo. No me veo saliendo para siempre de este lugar.
Pienso que cada lugar tiene un encanto que te atrapa, y se puede ser feliz en cualquier parte del mundo.

miércoles, 7 de mayo de 2014

"ES EL DÍA DE LA MADRE Y NO DE LA POBREZA”

Si yo fuera candidato, o platudo, que en estos tiempos es casi lo mismo, les regalaría la mejor de las fiestas. En lugar de música deprimente y adefesiera que lo único que logra es hacerles recordar su pobreza diaria, contrataría el mejor de los DJ para que las haga saltar de alegría; o al más barato de ellos. Al final poner música en un equipo de sonido no es cosa de eruditos. Bailaría con ellas hasta el cansancio al son de los “Corazón serrano” o “agua marina”. También la música de Marisol, como para que regresen a sus casas a desahuevar a sus parejas. Y lo más importante, en lugar de entregarles canastas llenas de víveres que lo único que hacen es ahorrarle plata a sus maridos o hijos y hacerlas trabajar, les regalaría alguna blusa, o una loción, tal vez un par de aretes, o cualquier pequeñez que las haga verse mucho más hermosas; algo pequeño que les haga recordar que no han dejado de ser mujeres en medio de las necesidades. “QUE SIENTAN QUE ES EL DÍA DE LA MADRE Y NO DE LA POBREZA”

domingo, 27 de abril de 2014

Un hombre nacido para ser santo





No recuerdo cómo se llamaba ese colegio, en Castilla, cerca al Aereopuerto de Piura donde, con todo el grupo scouts 274 de Paita, pernoctamos esa víspera de su llegada. Nos cayeron las horas de la madrugada, imaginando el momento..., entre soñar con tocarlo y fantasear con que algún violento podría hacerle daño. Tenía 14 años y cuatro meses; y el jefe de tropa nos había aleccionado en cómo resguardar al papa. Éramos los "siempre listos" y hubiéramos dado nuestras vidas por ese hombre con todas las palabras que recibimos de nuestro superior. Fue un gran privilegio estar adelante en ese inmenso mar humano. Los militares nos habían ordenado que nos colocáramos de espaldas vigilando que los fieles católicos mantuvieran el orden, pero nuestro jefe de tropa estaba cerca de nosotros y, con esa mirada que dejaba dilucidar sus órdenes, nos mantenía vigilantes a un posible atentado en contra del pontífice. Eran tiempos de terrorismo y el hombre vivía con pasión esa "inmensa responsabilidad". Mi madre me había dicho que, si cabía la posibilidad, le tocara la sotana, pero el papa pasó en esa camioneta blindada y resguardado por enormes seres humanos que si chocaban con cualquiera de nosotros nos hubieran lanzado como trapos. Yo me sentí muy útil esa mañana "resguardando" a nuestro líder católico, pero no pude cumplir a cabalidad con tan abnegada obligación de un "siempre listos". Le había fallado a mi superior, pues, en el momento que pasó Juan Pablo II dejé de "resguardarlo", me volteé para observar su rostro ¡Qué hombre para más bello!¡Cuánta dulzura reflejaba!¿Es que alguien en nuestro país podría intentar hacerle daño cuando él sólo venía con un mensaje de paz y hermandad?
La vida nos coloca en lugares que marcan nuestra existencia y que fortalecen nuestras almas.
Aquel día mi corazón se llenó de felicidad. Sentí una energía inexplicable que no he sentido ante nada más en la tierra.
Ese hombre le dio mucha sensiblidad a mi corazón.
Ese hombre nació para inyectar esperanzas de paz a nuestros lugares.
Ese hombre nació santo

domingo, 20 de abril de 2014

22 de Abril


                                   

Recuerdo perfectamente ese día de Abril. Era Lunes por la mañana y a diferencia de “los de tierra” que llegan con pesadez a sus labores, nosotros, los del mar, aprovechábamos - por “el corte” de la mayoría de tripulantes - a consumirles  el mejor de los ceviches, recién preparado, directo de las mallas, cuando se cortaban las primeras presas mientras los pescados coleteaban con fuerza en sus últimos suspiros de vida. Llevábamos media fuente, era enorme e inacabable, brillaba la piel del cabrillón; y el lobo sacaba las dos botellas de tres litros “para bajarla”, de la buena, de la mellisera, de la que te la pone como burro, decían. Y uno a uno íbamos saboreando “el néctar de los incas” ¡Cuánto extraño esa vida! Pero de camaradería, porque ni loco para regresar a mojarme mis bolitas de agua salada. Ahora, lejos de esos sun sets tan impresionantes que no he vuelto a mirar desde tierra firme, admiro a mis ex compañeros mucho más. Gente valiente, aguerrida y de buen apetito, porque eso sí, en el mar, se hacen los mejores cocineros del mundo; a la fuerza, porque esa gente es exigente con el menú del día, sino, todo el esfuerzo del cocinero es lanzado a los ahogaditos que, según contaban los antiguos, son mucho más exigentes que los vivos. La cosa es que entró el motorista, con su plato separado en sus manos, porque - sino lo sabían - esos detallosos no se juntaban con la muchedumbre de cubierta, se creían más que los capitanes, “los dueños de las embarcaciones”, pero no hablaré de ellos, no vale la pena amargar el texto. Y me dio la noticia que no esperaba en ese momento, entre cebollas, trozos de cabrillones, jugo de limones y chicha de jora servida en jarro de loza: que mi señora (así me lo dijo) había parido otra mujercita. Casi me ahogo con la chicha de jora, sentí como si me hubieran conectado un cable eléctrico por el poto.
 ¡Buena chancletero!
 Estaba nervioso, quería correr hasta el hospital y abrazarla, pero a la vez sentía mucha ira por “mi señora” por no haberme esperado: Es que fue de un momento a otro, me dijo en la noche, como si cupieran las disculpas. Había llegado con las justas, agarrándose a la churre entre sus piernas, que ya “coronaba”, la bandida; y sin mucho dolor. Esa churre desde su nacimiento fue bullosa, gritaba como las sirenas de los bomberos para que la prendieran de la teta, entre dos nacimientos más en esa misma habitación, barones, calladitos, medio cojudones, y ella en medio, como una reina escoltada. Una de esas madres me miró y, la muy chistosa, a viva voz, haciendo un gesto asquiento, mirándome la cara, dijo: “gracias a Dios salió a su madre”. No le hice caso. Lo recuerdo perfectamente, era lunes 22 de abril, esas escenas no se olvidan, su llanto potente tampoco (“Hasta ahora jode con sus gritos la churre laberintosa”). Me querían sacar del hospital, pero les dije que era amigo del Dr. “Félix Churuco” y me dejaron... Estaba “envarado” y embobado, observando a mi segunda heredera, pidiéndole a Dios que guiara sus pasos, mientras le prometía que, pase lo que pase, jamás de su lado me alejaría.


¡Feliz “doce abriles” a mi amiga Grecia de Mercedes.



miércoles, 16 de abril de 2014







Un fin de semana para reflexionar


Cuando mi profesora “La Puelles” nos dictaba el curso de educación cívica, era como salir al recreo en esa hora de clase. “Un hueveo de padre y señor mío” como diría mi amigo brocha, pero nosotros esperábamos sus clases, que no era otra cosa que sentarse en su pupitre, qué pupitre ni nada, en su mesa, igual a la de nosotros, “En la San fran…”toda pintarrajeada con dibujos de pichulas grandes y peludas, y una que otra vagina “despitada” que, hasta ese momento, solo la conocíamos por las porno que veíamos en la casa de nuestro amigo “el serrano López”. Qué chato para pendenciero, llevarnos a su casa por las tardes de los viernes para escuchar los gritos fingidos de las actrices a todo pulmón. Y de cuando en cuando, la Puelles, se olvidaba y separaba sus piernas como queriendo ventilar sus interiores. Era feíta la profe…, pero cuando se está en veda hasta los batracios son dignos de una buena pesca, y nosotros nos acercábamos, haciéndole la patería, preguntándole si podía ser nuestra profesora de educación sexual, con miradas que desvisten y deseos nocivos que hacen reflejar la verdadera personalidad. Ella se reía y nos separaba estirando la mano, pero nosotros la rodeábamos en la mesa, señalándole las pichulas enormes que estaban dibujadas para, según nosotros, excitarla.
 ¡Qué barbaridad!¡Cochinos!¡Pónganse a estudiar en lugar de estar haciendo porquerías!
Y el mas “vivo” se arrodillaba primero, de uno en uno, hasta que me tocó el turno y los muy pendejos se abrieron dejándome a la vista de la Puelles. Ella cerró sus piernas con ligereza haciendo chocar sus rodillas cerca de mi cara, les juro, sentí su aroma como un soplido de quien ha comido una lata de atún. Hizo que me parase y me retirara del aula ¡Qué malcriado el Rumichi! pronunció amargada. ¡Te me largas, hasta la otra semana!¡Y no regreses hasta que no reflexiones bien lo que hiciste!

domingo, 6 de abril de 2014

Generación perdida






Cada vez que subo a un taxi colectivo siento como si hubiera asistido a una sesión frente a un psiquiatra loco. Qué manera de hablar, la de los taxistas, qué ganas de querer siempre tener la razón, como si imponer una idea te hiciera ganar algo en la vida. “Las ideas no se imponen, sólo se exponen”. El título de hoy fue: “El mal comportamiento de nuestros jóvenes, tan distante que el de nuestra época” Sí, ya sé que es muy largo y adefesiero el título, pero no se puede poner de otra forma. Ese título refleja el orgullo que sienten algunas personas de haber sido criados a punta de coscorrones y correazos, a diferencia con los jóvenes de esta época (gracias a los nuevos métodos de enseñanza que nos impone la psicología universal, que bien enseñados hacen que las personas sean buenas en la vida) Se hablaba de lo bueno de las “sanas palomilladas” y claro, lo de siempre, culpando a la tecnología de todo lo malo del universo. Todos los panelistas eran de mi generación, como casi todos los días, enorgulleciéndose de cómo habían sido criados. Pero como yo soy bien “cagafiestas”, antes que me bajara, les dejé una pregunta que, a juzgar por sus caras de mierda que me pusieron, sentí que mañana me van a agarrar en mancha:
¿Quiénes han criado a esta generación?
Creo que mañana caminaré a la fábrica como que hago ejercicio.

viernes, 21 de marzo de 2014

Significado de un nombre

Si hoy naciera una hija mía, (cosa que no va a ocurrir porque, que yo recuerde, hace nueve meses no he fecundado ningún óvulo) le buscaría un nombre interesante, que refleje personalidad, carácter, estilo; que vaya con lo que deseo para ella. Barajo varios nombres, pero escojo cuatro. Son famosos en mi país. Empiezo por Pilar, no, para nada, proviene del nombre de la virgen de Zaragoza “advocación Aragonesa”, no, lo rechazo, ya mis tres hijas se llaman Mercedes en su segundo nombre. Continúo con el segundo, Susana, no, tampoco, lo rechazo, dícese de la mujer que es como la azucena, no que va, para nada, no quiero “florcitas” en mi familia. El tercero es Eliane, suena como loca, y es Francés, pero como soy “recontracholo”, lo descarto, además significa “Hija del sol” y nicagando, me digo, vayan a decir que me “atrasó” el astro rey. Mejor me quedo con el tercero. Suena bonito, significa  “La valentía de un oso” Ese queda, es el que prefiero, nada de “pilares” ni “Florcitas, tampoco nombres Afrancesados. Ya lo tengo, sería el cuarto nombre: Nadine “La valentía de un oso”
Pero no se asusten, no tendré otra hija, ya estoy viejo para estos menesteres. Sólo estaba imaginando.